Dicen que el deporte es uno de los mejores socios con el que comenzar una relación larga y duradera, y, si es posible, para toda la vida. Esta alianza nos va a reportar unos beneficios directos e inmediatos si nos proponemos convertir la práctica deportiva en una rutina diaria. Y aunque no parezca tarea fácil, conseguirlo está a la vuelta de la esquina.
Los beneficios que resultan del ejercicio diario van desde el aumento de la propia confianza y autoestima, disminución del estrés y de la ansiedad hasta la mejora de las relaciones sociales si decidimos practicar deporte de manera colectiva.
Y la verdad que no hace falta convertirse de la noche a la mañana en un súper atleta para alcanzar todos estos beneficios. El deporte puede practicarse de múltiples maneras y en diferentes lugares. No hace falta que te equipes con las últimas novedades, materiales y te abones a ese gimnasio con una rutina que, antes de comenzarla, ya sabes que no vas a poder cumplir (los famosos propósitos de año nuevo… ya sabéis a qué nos referimos ¿verdad?) 😉
La propia OMS (Organización Mundial de la Salud) establece una serie de recomendaciones en función de grupos de edad sobre la necesidad de la práctica de actividad física y su relación directamente proporcional con la mejora de la salud, tanto física como mental.
Por ejemplo, con los objetivos de mejorar las funciones cardiorrespiratorias y musculares, la salud ósea y la reducción del riesgo de depresión, la OMS recomienda que los adultos menores de 64 años dediquen como mínimo 150 minutos semanales a la práctica de actividad física aeróbica, de intensidad moderada, o bien 75 minutos de actividad física aeróbica vigorosa cada semana, o bien una combinación equivalente de actividades moderadas y vigorosas.
¿Y qué representan estos 150 minutos a la semana (poco más de dos horas)? Pues resulta que es el mismo tiempo que dedicamos a ver la televisión, ¡Al día!
¿Y si nos paramos a pensar que 150 minutos a la semana representan 21 minutos 42 segundos diarios? ¿Y si nos convencemos a que no es tan difícil como parece introducir estos 21,42 minutos de ejercicio en nuestra vida diaria? ¿Y si la solución no está en ir diariamente al gimnasio ni marcar una rutina el día 1 de enero de aquellas tan ilógicas como irreales? ¿Y si dejamos de lado aquella frase desmotivadora de “el deporte no es para mí” y comenzamos a buscar estrategias fáciles de llevar a cabo sin que suponga un antes y un después abismal en nuestro día a día?
Parece mentira, pero sí, es posible, con pequeños cambios en nuestra vida diaria. Ya se dice que son los pequeños pasos los que pueden llevarte muy lejos. Veamos cómo podemos conseguirlo:
- Reserva los 10 primeros minutos del día para moverte; a quien madruga Dios le ayuda, decían antaño. Pues no deja de ser una verdad, o al menos una oportunidad para comenzar con buen pie el día.
Y es que levantarse 10-15 minutos antes de lo habitual y comenzar en casa una serie de ejercicios matinales como abdominales, sentadillas o flexión de brazos nos ayudará a afrontar con una dosis de energía extra la jornada. Eso sí, perseverancia es la palabra clave (no podía ser todo tan fácil).
Así que dejemos las excusas a un lado porque lo único que vais a necesitar es centrar en estos 10 minutos matinales vuestra rutina en estos simples ejercicios: correr sin desplazarte durante 30 segundos, 25 zancadas al frente de pie alternando las piernas, 25 zancadas laterales, 15 sentadillas estáticas y 15 sentadillas con salto, 25 planchas con rodillas al pecho, 25 planchas abdominales y 25 patadas de glúteos.
- Ahora que ya hemos empezado el día con nuestra dosis extra de energía, ¿Qué os parece dejar el coche aparcado e intentar desplazarnos el máximo de ocasiones posibles a pie o en bicicleta?
Porque si sois de los que cogéis el coche hasta a para ir a comprar el periódico o el pan a la vuelta de la esquina, deberíais saber que el uso regular de la bicicleta para vuestros desplazamientos, además de resultar extremadamente beneficioso para la reducción de la contaminación y el medio ambiente, es la mejor manera de activar determinados grupos musculares y prevenir enfermedades coronarias, hipertensión, colesterol o diabetes.
Ya nos hemos despertado, hemos ido a comprar el pan o el diario en bicicleta y ahora nos vamos al trabajo.
¿Podemos ir andando o en bicicleta al trabajo? Si es que sí, adelante. Si es que no… ¿Podemos dejar el coche algo más alejado de la puerta del trabajo y aprovechamos para caminar un poco más?
- Y es que lo realmente importante será saber identificar durante todo el día aquellos momentos donde podamos incluir unos pasos de más, ¡exijámonos caminar! Una vez llegados a la oficina o lugar de trabajo pensemos:
¿Ascensor o escaleras? ¿Y si nos levantamos de vez en cuando de nuestra silla y caminamos durante 1-2 minutos por la oficina? ¿Y si a la hora de la pausa a media mañana nos tomamos el café o el tentempié de pie?
Tener en mente el objetivo final de disminuir el sedentarismo y utilizar todas las oportunidades (afortunadamente no son pocas) que nuestro día a día nos brinda para mover el cuerpo. Será nuestro mayor aliado para incorporar breves intervalos de actividad física de manera gradual. ¡Tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán!.