El invierno siempre nos trae nuevos alimentos para enriquecer nuestros platos. La granada es una de esas frutas super versátiles que nos aportan propiedades nutritivas muy valiosas. Su sabor agridulce hace que la podamos encontrar tanto en un entrante como en un postre.
Las granadas son originarias de Asia Central y se cultivaron por primera vez en la Antigua Persia, Babilonia, Egipto e India. La fruta proviene de un árbol pequeño inferior a los cinco metros de altura. La planta crece sobre todo en las zonas semidesérticas del Mediterráneo.
Antioxidante por excelencia
Varios estudios han coincidido en el poder antioxidante de la granada. Gracias a sus químicos, el zumo de granada contiene un nivel de antioxidantes superior respecto a la mayoría de las frutas. De hecho, tiene tres veces más antioxidantes que algunas bebidas como el té verde y el vino. Los antioxidantes del jugo de granada ayudan a reducir la inflamación y proteger las células de daños externos.
Combatiente ante el colesterol malo
Algunos estudios sugieren que beber zumo de granada podría reducir la cantidad de colesterol malo en el cuerpo. Se cree que el jugo de esta fruta puede retrasar la acumulación de colesterol en las arterias de aquellas personas que presentan algún riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca. Aunque la comunidad científica no ha alcanzado resultados definitivos, lo cierto es que la granada es perfecta para mantener el colesterol a raya.
Útil frente al cáncer
Los científicos están de acuerdo en que la granada evita la reproducción de células cancerígenas. Por un lado, en el cáncer de próstata, observaron un retraso en el desarrollo de tumor al beber zumo de granada. Por otro lado, en el cáncer de mama, se pudo observar que el aceite derivado de las semillas y el jugo natural y fermentado inhibían factores de riesgo.
Los estudios también pudieron corroborar que la granada se trata de una buena fruta para hacer frente a otros tipos de cáncer tales como el cáncer de colon, el cáncer de pulmón o el cáncer de piel.