El origen de la calabaza se remonta a hace unos 10.000 años y las primeras variedades que llegaron a Europa lo hicieron en barco desde América poco antes del siglo XVI. Desde entonces, su consumo se ha extendido notablemente y hoy en día la usamos no solamente para la cocina sino también para hacer mascarillas para la piel y el pelo o a modo de decoración cuando es Halloween. En el ámbito culinario, la calabaza es un superalimento que se caracteriza por tener una pulpa carnosa que la hace perfecta para recetas tanto dulces como saladas.
Fuente de vitaminas que cuida el sistema cardiovascular
Esta hortaliza nos aporta una gran cantidad de vitaminas (B2, B6 y ácido fólico) y minerales (como el potasio, el hierro o el magnesio) sin tener apenas calorías. De hecho, es uno de los pocos alimentos cuyas semillas son comestibles, y al ser ricas en zinc ayudan a combatir dolencias como por ejemplo la fatiga crónica, los resfriados comunes o la depresión. Incluso hay estudios que apuntan que el consumo de estas semillas puede ayudar a los más pequeños a optimizar su aprendizaje y seguimiento escolar.
Más de 800 variedades
¿Sabías que actualmente existen hasta 850 especies de calabazas? Esto implica que las hay de todas las formas, tamaños, colores y sabores que te puedas imaginar. Pero a pesar de este gran abanico de variedades, se pueden agrupar en dos grandes tipos: las de verano y las de invierno. En España predomina esta última variedad, y son cultivadas mayoritariamente en las Islas Canarias y en Andalucía. Por lo que se refiere a la “calabaza de verano”, es una variedad distinta de la que conocemos: es más propia de América, donde se suele consumir cuando aún está cruda e incluso con la misma piel.
Un superalimento “superversátil”
Su piel gruesa facilita su conservación, de modo que puede aguantar bastantes meses en un lugar fresco y seco sin problema. Además, existe un sinfín de maneras de prepararla: asada, en purés, canelones, estofados, bizcochos, flanes… ¡Incluso se puede llegar a consumir cruda! En crudo se puede incluir fácilmente en zumos, cremas o gazpachos, y a la vez es una buena manera de preservar al máximo los nutrientes.