Desde luego no hay placer más sabroso que añadir una pizquita de sal a tus recetas preferidas. ¿Y a quién no le gusta la sal? Ese mineral, indispensable para la vida, que realza el sabor de todos los platos y que genera en nuestro paladar esa sensación tan agradable y gustosa. Por algo se le llama “la sal de la vida” a todo aquello que nos hace palpitar y que hace que la existencia realmente valga la pena ¿no?
Pero como todos sabemos, un exceso de sal no es nada bueno para la salud ya que es la responsable de numerosos problemas de salud relacionados, no solo con las enfermedades cardiovasculares, sino también con la insuficiencia renal, la osteoporosis o el cáncer de estómago. De hecho, según la OMS, se estima que en 2017 murieron 17,8 millones de personas afectadas por enfermedades cardiovasculares, lo que representa el 32% de todas las muertes registradas en el mundo. La tensión arterial alta (hipertensión) es un factor de riesgo importante de las enfermedades cardiovasculares, en especial de los ataques cardíacos y los accidentes cerebrovasculares.
Es por esta razón que desde hace años la OMS recomienda disminuir el consumo de sal para reducir la tensión arterial y, con el ello, el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con el corazón. En este sentido la OMS aconseja reducir el consumo de sodio en los adultos a menos de 2g/día (5g/día de sal). Una cifra que difiere, y mucho, sobre los datos reales de consumo de sal diaria en el mundo que se estima ronda los 12g de media, la mayor parte (un 80%), proveniente de los productos envasados y precocinados.
“Añadir sal en la comida, tanto en el momento de procesado como en el de consumo, es innecesario. La sal empezó a utilizarse para conservar los alimentos durante más tiempo, pero con los sistemas más modernos de conservación, esta medida ya no es necesaria y en la actualidad se utiliza básicamente para dar más sabor a la comida”, avisa la Dra. Pilar Mazón, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y cardióloga del Hospital Clínico de Santiago de Compostela, en un artículo de la Fundación Española de Corazón.
Como siempre, los países nórdicos están a la vanguardia por lo que se refiere a hábitos de vida saludables, y fruto de los resultados de los estudios realizados por la OMS, hace años que decidieron implantar algunas medidas preventivas. Como es el caso de Finlandia que, ya en la década de los 70, inició una campaña de concienciación consiguiendo una disminución en el consumo de sal de 12 a 9 g diarios, con lo que redujeron entre un 75% y un 80% la afección de enfermedades coronarias y cerebrovasculares, alargando así la esperanza de vida entre 5 y 6 años.
En SPAR, concienciados de la negativa repercusión que tiene el consumo excesivo de sal en los alimentos, estamos desarrollando iniciativas, enmarcadas dentro de la estrategia NAOS (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), y estamos reformulando nuestros productos reduciendo el uso de sal y otros productos que, en exceso, resultan perjudiciales para la salud. Con ello queremos contribuir a fomentar un estilo de vida saludable ofreciendo a nuestros clientes productos de primera calidad, ecológicos, sostenibles y bajos en sal.
Y recuerda las normas generales establecidas en este campo desde la Sociedad española de Endocrinología y Nutrición:
- Tomar con frecuencia alimentos pobres en sal y reducir los ricos en sal como (embutidos, conservas y precocinados).
- No añadir sal durante la preparación de la comida, sino cuando está terminada.
- Siempre que sea posible sustituir la sal por otras especias.
- Lavar las conservas vegetales y legumbres antes de utilizarlas.
- Mirar el etiquetado nutricional de los alimentos y elegir aquellos con menor contenido en sal.