Cuando llega el otoño y las temperaturas ya no son prohibitivas como en verano para hacer deporte, los fines de semana se convierten en el momento perfecto para disfrutar de un momento en familia incorporando el ejercicio. El ciclismo es una actividad que aúna estas características y a la vez supone una oportunidad para disfrutar de la naturaleza y descubrir nuevos lugares. O si por ejemplo se tiene la suerte de vivir en zonas con vías verdes, podemos desconectar también sin necesidad de alejarnos demasiado de casa.
¡Para grandes y pequeños!
El ciclismo es adecuado para todas las edades, ya que se pueden poner ruedines e incluso si los niños son demasiado pequeños como para llevar su propia bici, se puede añadir una silla detrás sin problema. Una vez nos hemos asegurado que estamos protegidos con los cascos, ¡todo está listo! Al realizar una ruta con niños, hay que tener en cuenta que es importante planificar el recorrido con antelación y programar descansos periódicos, buscando áreas que estén especialmente acondicionadas para ello.
Concienciación medioambiental
Además de ser una actividad de ocio, se trata de un deporte sostenible y respetuoso con el medio ambiente, por lo que es una excusa perfecta para inculcar valores de concienciación a los más pequeños. Al ser un medio de transporte que no contamina, se puede extrapolar también a la vida cotidiana, y de hecho ya existen proyectos a nivel europeo que animan a los niños para que vayan al cole en bicicleta.
Una actividad con múltiples beneficios
Los beneficios de este deporte se extienden también hasta el ámbito de la salud: su práctica incrementa el metabolismo y previene la obesidad, refuerza nuestro sistema inmunológico y nos protege el cardiovascular, nos aporta sensación de bienestar y también ayuda a conciliar el sueño.
Por lo tanto, el ciclismo nos permite desconectar de la rutina a la vez que pasamos un tiempo de calidad en familia, así que, ¿a qué esperas?