Las alcachofas son hortalizas conocidas por su alto valor nutritivo y su sabor suave. Para muchas personas, el proceso de pelarlas y limpiarlas es una tarea que puede resultar pesada. Los pasos siguientes son una guía extraordinaria para preparar esta joya de las hortalizas de forma impecable.
Fuera hojas exteriores
En primer lugar, retiramos las hojas que se encuentran en la parte más exterior de la hortaliza. La intención es sacar bastantes hojas con tal de llegar a la zona más tierna de la alcachofa. En cuanto obtengamos un tono más verdoso y amarillento entonces no debemos pelarlas más.
Una vez tengamos todas las alcachofas peladas, cortaremos la punta de la alcachofa para conseguir el corazón. A continuación, retiraremos el rabo de la hortaliza y las dejaremos listas para limpiar. Este trozo es muy leñoso y se utiliza sobre todo para cocinar cocidos asados o fritos.
Para evitar que las alcachofas se oxiden y cojan un color ennegrecido, la mejor opción es ponerlas en un bol con agua. Cuando ya estén todas en agua, lo ideal es añadirle unas ramas de perejil para mantenerlas en un buen estado.
Maneras distintas de limpiar
Hay personas que también optan por mezclar el agua con vinagre o zumo de limón. Del mismo modo, puede frotarse directamente la alcachofa con el limón. Sin embargo, esta última técnica no es de las más populares, ya que la alcachofa puede adquirir un gusto ácido y perder así su gusto original.
Ahora ya estarán listas para cocinarse al gusto. Las alcachofas son unas verduras exquisitas para hacerse al horno gratinadas con bechamel. También pueden servir como complemento junto con otros ingredientes, como por ejemplo en un risotto de alcachofas y cordero. Sea como sea, se trata de una verdura muy preciada por su gran versatilidad y su sabor único.