Para empezar, os vamos a plantear un pequeño dilema vital: comer o beber, si os diesen a elegir ¿con qué os quedaríais?
Tomaros vuestro tiempo para responder, ya que de la respuesta dependerá parte de vuestra propia supervivencia ….
¿Lo tenéis ya? Pues bien, los que habéis elegido comida, enhorabuena, viviréis algunos días más que los que habéis elegido agua. Y es que diversas investigaciones establecen que la supervivencia del hombre sin ingerir comida alguna está entre el mes y medio – dos meses. En cambio, es incapaz de sobrevivir más de 10 días sin beber agua. Imaginaros en este punto cuan vital es el agua para nosotros.
Visto esto, estamos en condiciones de dar validez a la frase “el agua es vida” (somos 60% agua), y más que vida, hidratación, ya que el agua es el factor hidratante por excelencia para nosotros.
Y ahora pasamos a la pregunta del millón, ¿Cuánta agua debemos ingerir al día? Y es la pregunta del millón porque en realidad es una pregunta simple pero que no tiene una respuesta sencilla.
Aunque científicamente no existe un consenso sobre la necesidad de máximos o mínimos de consumo de agua al día determinada (ya que no todos somos iguales, no todos tenemos las mismas necesidades), sí que existe una premisa inicial al respecto. La Comisión Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), por ejemplo, establece que el consumo recomendado de líquidos a partir de los 14 años debería ser de 2,5 litros al día para los hombres y de 2 litros en el caso de las mujeres.
Y una cosa es saber cuanta agua deberíamos beber, y otra es preguntarnos el porqué. Respuestas a este porqué hay muchas, nosotros vamos a destacar una palabra: HIDRATACIÓN.
- AGUA E HIDRATACIÓN
Hablar de beber agua es, efectivamente, hablar de hidratación. En el sentido estricto de la palabra, la RAE (Real Academia Española) define el concepto como: “Proporcionar a algo, especialmente a la piel o a otro tejido, el grado de humedad normal o necesario. Combinar un cuerpo con el agua. “
Por lo tanto, podríamos concluir, y estaríamos de acuerdo, que el concepto de hidratación se entiende como un proceso de ingestión de líquidos.
Una ingestión que necesariamente debe ser constante ya que todas las actividades que realizamos a lo largo del día consumen agua de nuestro organismo y, por tanto, es imprescindible reponerla para mantener una buena hidratación. Y para ello debemos tener en cuenta que el agua necesaria para sobrevivir no la obtenemos solamente del agua que bebemos, sino que también encontramos agua en muchos otros alimentos, frutas o verduras. De hecho, las bebidas que ingerimos normalmente nos aportan entre un 75 y un 80% del agua que nuestro organismo necesita, el resto procede de los alimentos que ingerimos. ¿Y cuáles son estos alimentos que nos pueden aportar una mayor hidratación?
Vamos a ver el Top 5: en primera posición la indiscutible sandia (el 93% de ella es agua), la piña también resulta ser una excelente fuente de hidratación, seguida del melón, el pepino y los espárragos.
- HIDRATAR – DESHIDRATAR
Ya tenemos la teoría, sabemos que tenemos que beber agua y comer alimentos ricos en agua para mantenernos hidratados. Y a estas alturas sabemos también de la necesidad de mantener nuestro cuerpo hidratado. Pero, ¿sabemos qué pasaría si no lo está? ¿si descuidamos beber agua? ¿Si por algunas casualidades de la vida nos adentramos en unas rutinas faltas de líquido? ¿si cambiamos la hidratación por DEShidratación? ¿Si perdemos más agua de la que ingerimos?
El nivel de deshidratación es directamente proporcional al líquido que no bebes y al que nuestro organismo gasta. Así que, cuanta más agua pierda nuestro organismo, más deshidratación y, por lo tanto, peores consecuencias para nuestro organismo. En este caso ¿Nos daríamos cuenta? ¿Qué síntomas tendríamos? ¿Cómo afectaría la falta de líquidos a nuestro organismo?
Hablamos en este punto de varios niveles de deshidratación, si padecemos una leve, los síntomas serán sed, dolor de cabeza, debilidad, mareos o sensación de fatiga.
Ante una deshidratación moderada la sed pasará a boca seca, el pulso aumenta, la piel pierde elasticidad y el volumen de orina será mínimo.
Los casos de deshidratación graves se caracterizan por una sed extrema, aceleración de la respiración, volumen de orina inexistente, vómitos, piel fría … en estos casos, el cuerpo humano entra en una situación de extrema gravedad.
Visto lo visto, es posible que ya vaya siendo hora de enviar al olvido frases que seguramente nos han acompañado en algún momento tales como “ es que a mí se me olvida tomar agua”, “es que no tengo sed”, “es que no me gusta el sabor del agua”…. ¿no creéis?